Según el semáforo de las economías regionales que publica Coninagro el vino es de las peores actividades en sus variables de medición, junto con la yerba mate.
Las economías regionales empiezan a recuperarse a medida que se implementan medidas que facilitan la quita de impuestos y trabas burocráticas, pero la situación sigue siendo compleja. Principalmente para la vitivinicultura, que es una de las que transita una situación más complicada.
Así se desprende del último estudio publicado por la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), que establece variables para medir el estado actual de 19 economías regionales de nuestro país.
Este estudio, conocido como Semáforo de las Economías Regionales -se publica mes a mes pero esta vez corresponde a marzo pasado-, establece cinco categorías para calificar la situación actual de cada una de las economías analizadas. Van de Prosperidad, Crecimiento (ambas verde), Advertencia (amarillo), Signos de crisis y Crisis (las últimas en rojo).
A su vez, se analizan tres componentes: negocio, productivo y mercado. El primero evalúa la evolución del precio y el costo, tanto mensual como interanual. El segundo mide el área o stock, según corresponda, y la producción. Y el último, la evolución de las exportaciones y las importaciones de las producciones, así como el consumo interno.
Según los datos de marzo, el semáforo muestra 2 actividades en verde, 10 en amarillo y 7 en rojo, entre las que se encuentra la vitivinicultura. Prácticamente sin cambios respecto a febrero.
Las modificaciones se generaron en las economías regionales en verde (mejora en bovinos), mientras que siguen en rojo prácticamente las mismas economías regionales, algunas ya por 12 meses consecutivos como es el caso justamente del vino y mosto y de la yerba mate. En advertencia se encuentran entre otras el algodón, forestal, granos y leche.
Según explicó el comunicado de Coninagro, las actividades en rojo (algodón, arroz, cítricos dulces, mandioca, peras y manzanas, vino y mosto y yerba mate) siguen viendo dañado el componente negocio de su actividad. Esto, ya que “los precios, en muchos casos han bajado o se atrasaron significativamente respecto a la inflación y a la suba de sus costos. Esto se dio en un contexto de exportaciones que no traccionan precios por un tipo de cambio apreciado y un consumo interno que durante gran parte del último año estuvo debilitado”.
“En el componente productivo, tanto en superficie/stock como en producción, hay comportamientos dispares. Sin embargo, resaltan algunas producciones dependientes del mercado interno, se ha combinado con un consumo debilitado, impactando de manera directa en los precios. Otras economías regionales tienen la exportación como vía de escape para que los incrementos de producción no se traduzcan en una presión significativa sobre el mercado doméstico”, agregaron.
Sobre el componente mercado, destacaron que la mayoría de las exportaciones fueron positivas. Sin embargo, agregaron que como consecuencia de la normalización en el pago de las importaciones, “la apreciación cambiaria y la apertura comercial, también evolucionaron positivamente las importaciones, que en algunos casos se sigue observando un fuerte aumento de las mismas”.