La cepa mostró un fuerte crecimiento en las hectáreas sembradas durante los últimos 15 años, cuando el promedio general es alarmante para el sector.
Cada 17 de abril, Argentina celebra el Día Mundial del Malbec, una fecha que conmemora la introducción de esta variedad en el país en 1853, impulsada por el agrónomo francés Michel Aimé Pouget. Lo que entonces fue una apuesta experimental, hoy es sinónimo de identidad nacional.
En los últimos 15 años, el Malbec no sólo consolidó su rol de cepa insignia: se transformó en una verdadera resistencia frente al retroceso general de los viñedos, en el marco de un escenario marcado por la caída sistemática de la superficie total cultivada con vid. Entro los motivos, varios: la falta de rentabilidad, el crecimiento de los emprendimientos inmobiliarios, entre algunos.
Aún así, el Malbec siguió creciendo. Y no sólo en hectáreas: también en prestigio y proyección internacional.
Según los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), entre 2010 y 2024 la superficie total de vid en Argentina cayó un 8,1%. Mientras que en 2010 habían 217.750 hectáreas sembradas y distribuidas en 24.780 viñedos. En cambio, en el último informe de 2024 esos datos disminuyeron. Hay 199.946 hectáreas distribuidas en 22.039 viñedos.
Sin embargo, en el mismo periodo de entre 2010 y 2024 la cantidad de hectáreas exclusivamente de malbec se incrementó de manera significativa, en un 51,5%. En 2010 habían 31.047 hectáreas, mientras que en 2024 hay 47.064.
Este salto no es un fenómeno aislado. El Malbec representa hoy por hoy el 23,5% de la uva sembrada en este país. Solo seguido por la uva Cereza (11,9%), muy utilizada a nivel nacional para la elaboración de vino genérico. Es decir, la uva de vino fino más cercana es Bonarda, con el 8,4% y el Cabernet Sauvignon con el 6,4%.
El aumento en la cantidad de hectáreas a pesar de la caída general no es un proceso exclusivamente del Malbec, aunque sí se trata de la uva que más ha crecido a lo largo de los últimos 15 años.
Para poner un ejemplo, en los últimos 10 años creció 7.578 hectáreas y la que le sigue en este rubro es la española Ancellota con 1.645 hectáreas. De hecho, las siguientes se utilizan para el consumo en fresco o elaboración de pasas, como Flame Seedless que creció 1.365 hectáreas y la Fiesta que creció 1.342 hectáreas. Recién en el quinto puesto aparece la que promete ser el nuevo Malbec en años, Cabernet Franc, con un incremento de 1.173 hectáreas.
El fenómeno del Malbec trasciende lo vitícola. En los últimos años se consolidó como un ícono cultural, turístico y económico. La marca “Malbec argentino” es reconocida y valorada en el mundo, y su posicionamiento es clave para el desarrollo del enoturismo, la gastronomía y las economías regionales.
Este 17 de abril, Día Mundial del Malbec, no sólo se celebra la variedad. Se celebra la capacidad de una cepa de resistir y reinventarse en tiempos difíciles.