Un informe publicado por la Fundación Mediterránea le trajo un poco de certidumbre a una cosecha 2024 con muchas dudas entre la incertidumbre por las medidas políticas y la falta de datos oficiales sobre la estimación de cosecha.
La incertidumbre de cara al año que viene en la industria vitivinícola es muy grande. Luego de lo que fue la cosecha 2023, la más baja desde que se tienen registros, se espera por un crecimiento en el volumen de uvas y en la posibilidad de que eso impacte en los precios.
A la expectativa por la cosecha en general, se le suma la enorme incertidumbre sobre cómo se va a desempeñar la industria tras las fuertes modificaciones reglamentarias con la derogación de tres leyes vitivinícolas por parte del Presidente Javier Milei, y de otros cambios que afectan al sector.
En el medio, apareció un informe que puede darle un poco de certidumbre al productor, e intenta esclarecer algunas pautas de la industria y la actividad vitícola para el año que viene. El trabajo es un informe de coyuntura del Ieral, desarrollado por la Fundación Mediterránea.
Según este texto, una mayor cosecha vitícola (comparada al bajo 2023) incrementaría la oferta de uvas y vinos en el mercado interno, generando una caída en los precios y los ingresos de las bodegas, por exceso de stock. Sin embargo, eso será compensado parcialmente por la industria gracias a una recuperación de los volúmenes de exportación, que vienen cayendo mes a mes.
Ese es uno de los puntos que sugiere el informe que influirá en el mercado vitivinícola argentino. Para explicar el otro, aseguró que hay una influencia de “la política anti-inflacionaria que está aplicando el gobierno que acaba de asumir, la cual inicialmente complicará al mercado interno (con menor poder de compra de la población) y favorecerá al externo (con un dólar oficial más caro)”.
En ese sentido, señaló: “Si ambos puntos se cumplen, es posible que, en el mercado interno, los precios de los vinos aumenten por debajo de la inflación, y lo mismo ocurra con las uvas. En cambio, es posible que haya una recuperación de las cantidades exportadas de vinos (aumentando los graneles en mayor proporción) y de mostos”.
Por esto, concluyó el informe, «una buena cosecha será una mala señal para los productores», a pesar de que aún no hay datos oficiales que la aseguren. Esto, porque una buena parte de los vinos que se elaboran con esas uvas se destinan al mercado interno; y una mayor oferta se traduce en precios más bajos.
La noticia es mala para el productor porque además se debe tener en cuenta el fuerte aumento de los insumos y materiales que son importados, lo que incrementa los costos que deben ser cubiertos con ingresos más bajos por la caída de los precios.
Este proceso afecta significativamente al productor de uva y a las bodegas que tienen como destino principal el mercado interno. En cambio, los exportadores podrían compensar con un dólar más caro que percibirán por sus ventas, conforme a al medida que implementó Milei de elevar el oficial a 800 pesos.
