El estudio encabezado por investigadores del Conicet y el Catena Institute of Wine identificó perfiles de distintos vinos de diferentes temporadas y estableció vínculos constantes con las regiones donde se cultivaron las uvas.
Se dice que los vinos son la tierra de donde se producen sus uvas y si bien es una regla que rige la producción de una gran cantidad de bodegas en el mundo, en Argentina no está ampliamente respaldada a nivel científico. Se trata de documentar el estrecho vínculo entre la identidad sensorial del vino y las características del suelo.
Eso se propuso un estudio de científicos del CONICET en conjunto con la Universidad Nacional de Cuyo e investigadores del Catena Institute of Wine (de la bodega Catena Zapata). En el mismo, lograron vincular la tipicidad sensorial de los vinos Malbec mendocinos con la zona o departamento específico de la provincia en la que fueron cultivadas las uvas.
Lograron trazar relaciones constantes entre el terroir de los Malbec argentinos y ciertos descriptores vinculados a su aroma, sabor y sensación en boca.
Este estudio fue publicada en la revista npj Science of Food, del grupo Nature y forma parte de la tesis de doctorado de Roy Urvieta, el enólogo elegido por Tim Atkin como el Joven Enólogo del Año 2024 y a la vez investigador que contó con una beca financiada entre el CONICET y Catena Zapata. De hecho, es trabajador de la bodega. Del estudio también participaron científicos de la University of California, Davis y el INTA.
En qué consiste el estudio
Para arribar a las conclusiones, los investigadores produjeron vinos de manera estandarizada, sin intervención del enólogo y sin roble durante tres temporadas consecutivas (2016, 2017, 2018), con uvas de 29 parcelas diferentes de las tres principales zonas vitivinícolas de Mendoza: Zona Este, la Primera Zona (Maipú y Luján) y el Valle de Uco. Se trata de una producción con condiciones diferentes de suelo y climatológicas.
Según informaron en un comunicado del Conicet, “la producción estandarizada de los vinos tuvo el objetivo reducir al mínimo la impronta que el factor humano puede tener sobre las propiedades sensoriales del Malbec. Las uvas fueron elaboradas en la bodega experimental del Catena Institute of Wine”.
“Tras terminar la producción de vinos de las tres temporadas se convocó a paneles de voluntarios, que, luego de ser entrenados por Urvieta, participaron de las catas a ciegas en el análisis sensorial descriptivo (AD) de cada uno de los Malbec elaborados, con el objetivo de encontrar y cuantificar (por intensidad) aromas, sabores y sensaciones en boca en los vinos producidos”, agregaron.
“Al finalizar el trabajo con los paneles, todos los AD fueron procesados por un software que permitió establecer vínculos entre descriptores sensoriales y terroirs a distintas escalas geográficas. Es decir, posibilitó identificar la tipicidad sensorial de los vinos Malbec mendocinos a nivel de zonas, departamentos e indicaciones geográficas. Aunque se advirtieron cambios en la tipicidad de los vinos vinculados a la temporada en la que fueron producidos, ciertas relaciones entre descriptores y sitios de cultivo de la vid se mantuvieron constantes con independencia del año de la cosecha”, concluyeron.
“Este trabajo permitió no solo describir las características de los vinos, sino también diferenciarlos entre las distintas regiones. En los últimos treinta o cuarenta años, los productores han comenzado a destacar en las etiquetas que ciertos vinos provienen de zonas particulares. Nuestro estudio establece una base de descriptores que permite a los productores comunicar mejor las características de sus vinos. El objetivo es que cuando se hable, por ejemplo, de vinos de Altamira, San José o el Mirador los consumidores sepan con claridad qué esperar de cada uno de ellos”, señaló Ariel Fontana, investigador del CONICET en el Grupo de Bioquímica Vegetal del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza y director del trabajo.
Con información de Prensa Conicet.